Hay lugares que se convierten en todo un clásico a la hora de salir a comer fuera de casa, ya sea por asociarlos a reuniones familiares, por ser punto de encuentro entre amigos o por su buena relación calidad-precio que los hacen idóneos en múltiples ocasiones.
Uno de los sitios que visito con bastante asiduidad a la hora de comer y que se adapta de cerca a esos planes de tapeo y cervezas entre amigos con una fiel cocina andaluza a un precio más que razonable es La Taberna El Piyayo. Ubicada en pleno centro de Málaga, calle Granada, esta taberna que disfruta de una situación envidiable recibe su nombre de un personaje malagueño, Rafael Flores Nieto «El Piyayo», que transitaba de taberna en taberna ganándose la vida a golpe de guitarra, fandanguillos y tangos. Adentrarse en el Piyayo es viajar en el tiempo a esas tabernas andaluzas vestidas de ladrillo visto y azulejo morisco, pudiendo disfrutar de una amplia colección de fotografías antiguas de Andalucía en sus paredes.
En lo que a su cocina concierne decir que su plato estrella es un clásico de la gastronomía malagueña, el pescaito frito. De medianamente buena calidad, como sus mariscos, es aceptable para los precios económicos que nos brindan, aunque no lo recomiendo excesivamente . Fuera de los frutos del mar El Piyayo ofrece una variedad de tapas y platos típicos malagueños cocinados con mucho acierto. Puede que sea el lugar dónde he disfrutado de la mejor porra antequerana con diferencia, su textura es suave pero muy consistente y tiene el sabor justo de cada ingrediente, resultado espectacular. Uno de sus mejores platos para compartir son los huevos rotos, muy recomendables los que llevan foie, están cocinados en su punto, con patatas a lo pobre y son bastante abundantes. No dejéis de probar su ensaladilla rusa, muy cremosa, (punto de cocción y tipo de patata buenísimos) y también sus voladillos de bacalao, no tienen esa consistencia esponjosa a la que estoy acostumbrada en un voladillo, son más bien como una especia de “bomba” de bacalao, pero merece la pena probarlos y los sirven con una salsa de pimientos del piquillo que combina genial con el pescado ¡Ojo! que alguna espina me he encontrado.
En cuanto al servicio poco que comentar, pasa desapercibido rozando la dejadez. Eso sí, disponen de una terracita muy agradable en su exterior dónde disfrutar del buen tiempo que Málaga nos ofrece en esta época y hay ocasiones en las que un grupo de cuerda se reúne en su interior y ameniza a los comensales.